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miércoles, marzo 21, 2012

Lectores se hacen, no nacen.

Victoria ya empieza segundo grado... uf!
Sigue ávida de leer como hace mucho. Unos 250 libritos descansan (cuando pueden) en su biblioteca, que ahora empieza a hacerle lugar a los libros del hermano.
Y acá el pequeño Marquito, disfrutando de una de sus primeras lecturas, comunitarias, divertidas, de ésas que se dan cuando uno no tiene un televisor que invada o moleste en un momento tan bello. :D


























Y por las mañanas, siempre suele ser bueno meterse en un canasto a desayunar. Siempre que entre. ;)

miércoles, diciembre 29, 2010

Agencia de Viajes, de Ionesco

Les dejamos esta hermosa obra de teatro de Eugéne Ionesco, traducida por mi profe de francés, Marcela Benavídes. Que la disfruten.


Personajes: el CLIENTE, el EMPLEADO, la MUJER

CLIENTE.- Buen día, señor. Quisiera dos pasajes de ferrocarril, uno para mí, y uno para mi mujer que me acompaña en el viaje.
EMPLEADO.- Bien, señor. Yo puedo venderle centenas y centenas de pasajes de tren. ¿Segunda clase? ¿Primera clase? ¿Camarotes? ¿Les reservo dos plazas en el vagón comedor?
CLIENTE.- Primera clase, sí, y en coche-cama. Es para ir a Cannes en el expreso de pasado mañana.
EMPLEADO.- Ah... ¿Es para Cannes? Vea usted, yo puedo fácilmente darle los pasajes, tantos como usted quiera, para todas las direcciones en general. Usted solo debe precisar el destino y la fecha, ya que para el tren que usted quiere tomar, eso se vuelve muy complicado.
CLIENTE.- Usted me sorprende, señor. Hay muchos trenes en Francia. Los hay para Cannes. Yo ya los he tomado, ¡yo mismo!
EMPLEADO.- Usted los ha tomado, puede ser, hace veinte años, o treinta, en su juventud. Yo no digo que no hay muchos trenes, sólo que están abarrotados, no hay más plazas libres.
CLIENTE.- Puedo ir la semana próxima.
EMPLEADO.- Está todo vendido.
CLIENTE.-¿Será posible? ¿Y dentro de tres semanas...?
EMPLEADO.- Está todo vendido.
CLIENTE.- ¡Dentro de seis semanas!
EMPLEADO.- Está todo vendido.
CLIENTE.- Entonces, ¿todo el mundo no hace otra cosa más que ir a Niza?
EMPLEADO.- No forzosamente.
CLIENTE.- Tanto peor. Deme entonces dos pasajes para Bayona.
EMPLEADO.- Está todo vendido, hasta el año próximo. Ve usted, señor, que no todo el mundo va a Niza.
CLIENTE.- Entonces, deme dos plazas en el tren que va a Chamonix...
EMPLEADO.- Está todo vendido hasta el 2000...
CLIENTE.- Para Estrasburgo...
EMPLEADO.- Están vendidos.
CLIENTE.- Para Orléans, Lyon, Tolosa, Aviñón, Lila...
EMPLEADO.- Está todo vendido, vendido, vendido, con dos años de anticipación.
CLIENTE.- Entonces, deme dos boletos de avión.
EMPLEADO.- No me queda más ningún lugar para ningún avión.
CLIENTE.- En ese caso, ¿puedo alquilar un auto, con o sin chofer?
EMPLEADO.- Todos los permisos para conducir están anulados, para que las rutas no sean un obstáculo.
CLIENTE.- Que me presten dos caballos.
EMPLEADO.- No hay más caballos. -No quedan más caballos-.
CLIENTE.- (A la MUJER.) ¿Quieres que vayamos a pie, hasta Niza?
MUJER.-Sí, querido. Cuando yo esté cansada tú me llevarás en tus espaldas y viceversa.
CLIENTE.- (Al EMPLEADO.) Denos, señor, dos boletos para ir caminando a Niza.
EMPLEADO.- ¿Escucha usted ese ruido? Oh, la tierra tiembla... En medio del país un lago inmenso..., un mar interior acaba de formarse -de aparecer, de surgir-. Aproveche rápido, apúrese antes que otros pasajeros lo piensen. Yo les ofrezco un camarote de dos plazas en el primer barco que va a Niza.

martes, octubre 05, 2010

Silencios (cuentos, publicado en el 2000)

Ya que estamos publicando cuentos, les dejo "Silencios", mi libro de cuentos que se publicó allá por el 2000.

lunes, octubre 04, 2010

Paradesha


Paradesha

Hay paraísos semejantes al cuerpo humano”
Emanuel Swedenborg

No había pájaros que cantaran. Tampoco un tránsito desmedido y descontrolado, sino simplemente algún fugaz conductor que, presa de una natural y morbosa curiosidad reducía apenas la velocidad para luego poder ir con el chisme, quién sabe, a cualquier matrona de las que nunca tienen tiempo para nada, pero conocen millones de caras y casas ajenas y no le importa su propia vida, pero eso sí: barre la vereda.

Sólo había un gran puñado de seres humanos que en general, lamentaban mi óbito.

¡Miren esas caras! ¡Hasta podría llorar, si supiese cómo! La congoja ha usurpado sus rostros, les ha quitado aquellas expresiones que me eran familiares, que en este momento me gustaría recordar… Pero allá… Creo que está sonriendo… ¡Gracias a Dios! Sabe lo que siento, sabe que lo veo.

Claro que algunos sólo hacen acto de presencia para cumplir con una obligación social; son de los que piensan que deben malgastar así sus existencias con imposiciones sociales, los que sonríen a todo el mundo mientras alaban cosas que jamás han visto u oído, sin saber apreciar las sutilezas de la vida, o como en este caso, dando pésames como quien reparte volantes de menúes económicos.

¡Pero miren allí! Esa es…sí… Creo que es ella. ¡Hace tanto tiempo que no la veía! Por las lágrimas que surcan sus mejillas debo admitir que quizás aún, después de todo, me siga queriendo. Bueno…¿Cómo iba yo a saberlo? Y ése de allá…

En general han venido todos los que esperaba. No hay magnas ausencias, no hay extraños en demasía.

Mis padres… no dudo ni un segundo de su amor…¡Cuán lejanos pueden volverse aquellos que más cerca están! ¡Cuánto pueden herir los que aman! Yo les advertí que esto pasaría, pero quizá no me creyeron… Quizá no me tomaron en serio. Aún se remueven lozanos en mi memoria esos lejanos días en que terminaba la facultad y mis mentores admitían con orgullo que ya era abogado. Todos, desde el portero hasta mis padres, me felicitaban con más dicha por mi logro personal que yo mismo. Estaba completamente seguro de no haber realizado ninguna proeza, ningún logro personal. En fin, comencé otras carreras, alguna terminé, otras tantas abandoné por cansancio o desinterés. Tiempo después, me casé, tal vez buscando la panacea que no era capaz de encontrar por mis propios medios. Hasta que una mañana reveladora, luego de mirar durante horas el patio de casa, encontré mi vocación y enfoqué mi insulsa vida. Tenía que comunicar el gran cambio a todos mis seres queridos, así que llamé a todos para el evento. Y esperé.

Debería sonreír al evocar el momento. Cuando estuvieron todos reunidos, alcé mi copa y pasé suavemente mi vista por todos los pares de pupilas que se clavaban en mí. Tras ese lapso pertinaz comuniqué con júbilo arrollador:

-Voy a ser pasto.

Claro que fui el único que permaneció con la copa en alto. Mi padre rió estrepitosamente; mi madre se levantó crispada y se fue al baño, creo que a vomitar; mi esposa se levantó, supongo que a ordenar la cocina, y el resto tuvo diferentes reacciones; pero nadie escuchó. Me parece recordar que sólo uno de mis amigos, que ya había tomado de su copa, inquirió un despistado “¿Cómo?”.

-Sí.- repetí para las paredes. –No disfrazarme, ni parecer pasto. Quiero sentir, pensar o lo que sea que hace una brizna de hierba.

De más está decir que reaccionaron como la familia Samsa, luego de que su hijo se transformara en insecto, pero lo mío no era más que vocación. De misma manera en que ellos se distanciaron de mí, yo me alejé de mi vida normal; y si hubiera estado más cuerdo, tal vez hubiera muerto antes.

Me tiraba en el parque, contemplaba el cielo y me mimetizaba con la hierba; y eso en verano era muy agradable, pero llegó el invierno, y se transformó en una ordalía que ponía a prueba mi entereza. A veces hasta llegaba a sentirme como aquellas espiguitas verdes, pero la mayoría de mi tiempo sentía pena de mí mismo. A fuerza de sol, intemperie y estatismo ningún cuerpo humano puede sobrevivir demasiado.

Y eso es lo que pasó. Toda una vida provisoria de deseos inconclusos, coronada por este plomizo día de velatorio. Pero…¡Miren nada más, esos rostros compungidos! Y al que minutos atrás reía, ahora se le han unido algunos más.

Gracias. Me siento un poco menos solo en este camino que hoy emprendo; porque sé que estoy por entender las cosas de otro modo, y tal vez me olvide de todas estas caras; pero tengo la seguridad de seguir incansablemente por el camino correcto, porque mientras veo cómo cae la tierra sobre mi ataúd, me conmueve y regocija mi alma la idea de que en poco tiempo seré simplemente un montón de semillas esperando germinar mansamente bajo el astro rey.

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Cuento publicado ayer en el diario "La Jornada" de Villa Carlos Paz. Lo escribí hace unos 8 años, mas o menos...
La ilustración la realicé en MyPaint, hace una semana, sin releerlo.
Hoy en el diario lo volví a leer y, bueno... uno podría seguir corrigiendo por siempre...
Espero que les guste así como está. ;)

martes, junio 08, 2010

Aguafuertes Porteñas, de Roberto Arlt

Hacía rato que no ponía nada de literatura por acá... vaya esto como muestra gratis, y casualmente (casi) coincidente con el día del Periodista:

LA INUTILIDAD DE LOS LIBROS

Me escribe un lector:

"Me interesaría muchísimo que Vd. escribiera algunas notas sobre los libros que deberían leer los jóvenes, para que aprendan y se formen un concepto claro, amplio, de la existencia (no exceptuando, claro está, la experiencia propia de la vida)".

NO LE PIDE NADA EL CUERPO...

No le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. Pero, ¿en dónde vive? ¿Cree usted acaso, por un minuto, que los libros le enseñarán a formarse "un concepto claro y amplio de la existencia"? Está equivocado, amigo; equivocado hasta decir basta. Lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre, créalo. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho.

Si hubiera un libro que enseñara, fíjese bien, si hubiera un libro que enseñara a formarse un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estaría en todas las manos, en todas las escuelas, en todas las universidades; no habría hogar que, en estante de honor, no tuviera ese libro que usted pide. ¿Se da cuenta?

No se ha dado usted cuenta todavía de que si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrarse en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres. Y esa verdad es relativa... esa verdad es tan chiquita... que es necesario leer muchos libros para aprender a despreciarlos.



LOS LIBROS Y LA VERDAD

Calcule usted que en Alemania se publican anualmente más o menos 10.000 libros, que abarcan todos los géneros de la especulación literaria; en París ocurre lo mismo; en Londres, ídem; en Nueva York, igual.

Piense esto:

Si cada libro contuviera una verdad, una sola verdad nueva en la superficie de la tierra, el grado de civilización moral que habrían alcanzado los hombres sería incalculable. ¿No es así? Ahora bien, piense usted que los hombres de esas naciones cultas, Alemania, Inglaterra, Francia, están actualmente discutiendo la reducción de armamentos (no confundir con supresión). Ahora bien, sea un momento sensato usted. ¿Para qué sirve esa cultura de diez mil libros por nación, volcada anualmente sobre la cabeza de los habitantes de esas tierras? ¿Para qué sirve esa cultura, si en el año 1930, después de una guerra catastrófica como la de 1914, se discute un problema que debía causar espanto?

¿Para qué han servido los libros, puede decirme usted? Yo, con toda sinceridad, le declaro que ignoro para qué sirven los libros. Que ignoro para qué sirve la obra de un señor Ricardo Rojas, de un señor Leopoldo Lugones, de un señor Capdevilla, para circunscribirme a este país.



EL ESCRITOR COMO OPERARIO.

Si usted conociera los entretelones de la literatura, se daría cuenta de que el escritor es un señor que tiene el oficio de escribir, como otro de fabricar casas. Nada más. Lo que lo diferencia del fabricante de casas, es que los libros no son tan útiles como las casas, y después... después que el fabricante de casas no es tan vanidoso como el escritor.

En nuestros tiempos, el escritor se cree el centro del mundo. Macanea a gusto. Engaña a la opinión pública, consciente o inconscientemente. No revisa sus opiniones. Cree que lo que escribió es verdad por el hecho de haberlo escrito él. El es el centro del mundo. La gente que hasta experimenta dificultades para escribirle a la familia, cree que la mentalidad del escritor es superior a la de sus semejantes y está equivocada respecto a los libros y respecto a los autores. Todos nosotros, los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero. Nada más. Y para ganarnos el puchero no vacilamos a veces en afirmar que lo blanco es negro y viceversa. Y, además, hasta a veces nos permitimos el cinismo de reírnos y de creernos genios...



DESORIENTADORES

La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La gente busca la verdad y nosotros les damos verdades equivocadas. Lo blanco por lo negro. Es doloroso confesarlo, pero es así. Hay que escribir. En Europa los autores tienen su público; a ese público le dan un libro por un año. ¿Usted puede creer, de buena fe, que en un año se escribe un libro que contenga verdades? No, señor. No es posible. Para escribir un libro por año hay que macanear. Dorar la píldora. Llenar páginas de frases.

Es el oficio, "el métier". La gente recibe la mercadería y cree que es materia prima, cuando apenas se trata de una falsificación burda de otras falsificaciones, que también se inspiraron en falsificaciones.



CONCEPTO CLARO

Si usted quiere formarse "un concepto claro" de la existencia, viva.

Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analice. Estúdiese. El día que se conozca a usted mismo perfectamente, acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a encontrar nada que lo sorprenda. Todo será viejo para usted. Usted leerá por curiosidad libros y libros y siempre llegará a esa fatal palabra terminal: "Pero sí esto lo había pensado yo, ya". Y ningún libro podrá enseñarle nada.

Salvo los que se han escrito sobre esta última guerra. Esos documentos trágicos vale la pena conocerlos. El resto es papel...



pd: aquí pueden descargarse un poco más.

miércoles, octubre 21, 2009

Leyendo un poco...

Disfrutando de una buena colección de arte. Y para los que no conocen esta Revista de Letras, los dejo en palabras del artífice principal:
"En la ciudad de los imposibles, la política de Diccionario es la posibilidad. En el campo de las reglas, la política de Diccionario es la ausencia de reglas. En el mundo de los enemigos, la política de Diccionario es la de los amigos.En la intemperie, la política de Diccionario es una invitación".

Y me encantó esta invitación. Gracias Manu por esto.





visiten, búsquenla, gústenla.

lunes, julio 06, 2009

La vieja historia...


Bueno, para ir actualizando un poco, nos enganchamos terriblemente con una serie coproducida por HBO y la Warner... Rome.
Pese a sus pequeños anacronismos y licencias poéticas, nos pareció una serie impresionante desde todo punto de vista. Y bue, habrá que comprar la temporada 2 completa, ya que se nos acabó la 1...
advertencia: los DVDs traen entre 2 y 3 capítulos, y duran poco... ;)

Esto logró que revolviéramos unas cuantas revistas Historia y yo escuchara el llamado de la biblioteca (me quedo unos cuantos minutos enfrente a nuestra biblioteca hasta que decido sacar un par de libros) hasta hacerme con un par de volúmenes de las Vidas Paralelas de Plutarco y un librito acerca de los romanos, y tuviera la imperiosa necesidad de conseguirme De Bello Gallico, de Julio César, que irremediablemente comenzaré a leer en breve.

Salú la barra!

lunes, diciembre 15, 2008

Buenos datos

Ya que casi cualquier cosa da cáncer en nuestra vida moderna, por lo menos esto para no decir que "no sabíamos", que lo aprovechen y buena vida!

LA QUIMIOTERAPIA NO ES LA UNICA MANERA DE ELIMINAR El CANCER

DESPUES DE MUCHOS AÑOS DE DECIRLE A LA GENTE QUE LA QUIMOTERAPIA ES LA UNICA MANERA DE TRATAR (tratar literalmente) Y ELIMINAR EL CANCER, JHON HOPKINS ESTA FINALMENTE EMPEZANDO A DECIR A LA GENTE QUE HAY ALTERNATIVAS

  1. Toda persona tiene células cancerigenas en el cuerpo. Estas células no se ven en los chequeos regulares hasta que se han multiplicado a unos pocos billones. Cuando los doctores le dicen a los pacientes de cáncer que no hay mas células cancerigenas después del tratamiento, solo significa que los chequeos no las detectan porque ellas no han llegado a un tamaño detectable.

  2. Las células de cáncer ocurren 6 de 10 veces en la vida de las personas

  3. Cuando el sistema inmunológico de una persona es fuerte, las células cancerigenas serán destruidas y se prevendrá la multiplicación y formación de tumores.

  4. Cuando una persona tiene cáncer, esto indica que esa persona tiene muchas deficiencias de nutrición. Esto puede ocurrir por diferentes motivos como genéticas, de medio ambiente, alimenticios y por modo de vida.

  5. Para resolver esas muchas deficiencias de nutrición, el cambiar de dieta e incluir suplementos es imprescindible para reforzar el sistema inmunológico.

  6. La quimioterapia en realidad envenena las células de cáncer pero también destruye las células sanas de la medula espinal como así también del intestino y eso produce daño en los órganos como el hígado, riñones, corazón y pulmones.

  7. La radiación cuando destruye las células cancerigenas también quema y daña a las células sanas, y los órganos así como también los tejidos.

  8. El tratamiento inicial de quimioterapia y radiación muchas veces reduce el tamaño de los tumores. Pero prolongado uso de la quimioterapia y la radiación no tiene como resultado la destrucción total de los tumores.

  9. Cuando el cuerpo tiene muchas toxinas debido a la quimioterapia y la radiación en el sistema inmunológico esta comprometido o destruido, por eso las personas pueden sufrir varios tipos de infecciones y complicaciones.

  10. Quimioterapia y la radiación puede causar la mutación de las células cancerígenas , que se resistan y se haga difícil su destrucción total. La cirugía puede también provocar la invasión de las células a otros órganos.

  11. Una manera efectiva de combatir el cáncer es no darle de comer a las células cancerigenas con aquellos alimentos que necesita para multiplicarse. LAS CELULAS DE CANCER SE ALIMENTAN DE: a. AZUCAR es un alimento del cáncer. No consumiendo azúcar se corta uno de los mas importantes elementos de las células cancerigenas. Existen sustitutos del azúcar como sacarina pero esos están hechos con Aspartame y es muy nocivo. Un mejor sustituto del azúcar es miel de manuka o melaza pero en pequeñas cantidades. La SAL tiene un químico que se le agrega para que se vea blanca. Una mejor alternativa para la sal es la sal de mar o sales vegetales.
    b.La LECHE causa al cuerpo la producción de mucus, especialmente en el conducto intestinal. Las células cancerigenas se alimentan de mucus, eliminando la leche y sustituyendo por leche de soya, las células de cáncer no tienen que comer por consiguiente se mueren. c. Las células de cáncer maduran en un medio ambiente acido . Una dieta basada en CARNE ROJA es acida, es mejor comer pescado, y un poco de pollo, en lugar de carne vacuna o cerdo. La carne además tiene antibióticos, hormonas y parásitos, que son muy nocivos, especialmente para las personas con cáncer. d. Una dieta de 80% de vegetales frescos y jugos, granos, semillas, nueces, almendras y solo un poco de frutas ponen al cuerpo en un ambiente alcalino. Solo un 20% se debe consumir en comidas cocidas, incluidos los porotos. Jugo de vegetales frescos proporcionan al cuerpo coenzimas que son fáciles de absorber y llegan a las células después de 15 minutos de haber sido consumidos para nutrir y ayudar a formar células sanas. Para obtener enzimas vivas que ayudan a construir células sanas se debe tratar de tomar jugos vegetales (casi todos incluido alfalfa) y comer muchos vegetales frescos 2 o 3 veces al día. Evitar tomar CAFÉ, TE Y CHOCOLATE, pues tienen mucha cafeína. El TE VERDE; es una mejor alternativa y tiene propiedades que combaten al cáncer. EL AGUA es mejor tomarla purificada, o filtrada para evitar las toxinas y metales pesados del agua de la canilla. Agua destilada es acida, no tomarla.

  12. La proteína de la carne es muy difícil de digerir y requiere muchas enzimas. La carne que no se digiere queda en los intestinos y se putrifica y lleva a la creación de mas toxinas.

  13. Las paredes de las células de cáncer están cubiertas por una proteína muy dura. Evitando de comer carne estas paredes liberan mas enzimas que atacan las proteínas de las células de cáncer y permite al sistema inmunológico destruir las células cancerigenas.

  14. Algunos suplementos ayudan a reconstruir el sistema inmunológico ( Floressence, Essiac, anti-oxidantes, vitaminas, minerales, EFAs(aceite de pescado) para ayudar a las células a luchar y destruir las células cancerigenas. Otros suplemento como la vitamina E son muy conocidas porque causan apoptosis, el método normal del cuerpo de eliminar las células innecesarias o defectuosas.

  15. Cáncer es una enfermedad de la mente, el cuerpo y el espíritu. Una mas activa y positiva actitud ayudara a combatir al enfermo de cáncer a convertirse en un sobreviviente. La rabia, la incomprensión, el no perdonar pone al cuerpo en una situación de estrés y en un medio ambiente acido. Aprender a tener un espíritu amable y amoroso con una actitud positiva es muy beneficioso para la salud. Aprender a relajarse y disfrutar de la vida.

  16. Las células de cáncer no pueden vivir en un ambiente oxigenado . Ejercicio diario , y respiración profunda ayuda a recibir mas oxigeno hasta niveles celulares. Terapia de oxigeno es otro elemento que ayuda a destruir las células de cáncer. 1 . No contenedores de plástico en el microondas 2. No botellas de agua en el freezer 3. No papel plástico en el microondas.

  17. Químicos como las dioxinas causan cáncer, especialmente de seno. Dioxina es muy destructiva especialmente para las células del cuerpo. No ponga en el freezer sus botellas de agua de plástico ya que el plástico elimina dioxina y envenena el agua. Recientemente, el doctor Edward Fujimoto, Wellnes Program Manager at Castle Hospital, estuvo en un programa de televisión y explico el peligro de la dioxina. El dijo que no tenemos que poner contenedores de plástico en el microondas. Especialmente las comidas que tienen grasas, El dijo que la combinación de grasa y calor fuerte con el plástico elimina dioxina dentro de la comida y por consiguiente luego a nuestro cuerpo. En su lugar se puede usar vidrio, como Pirex o cerámica para calentar la comida..

lunes, noviembre 26, 2007

EL rol del arte según los chinos...


Había una vez un viejo artista que tenía dos jóvenes estudiantes, ambos eran igualmente diligentes y talentosos. Les trasmitió todo lo que él sabía, y con el correr del tiempo se hicieron bastante famosos. Gracias a sus enseñanzas estos dos estudiantes se convirtieron finalmente en el maestro Zhang y el maestro Ding.

Después de la muerte de su maestro, el maestro Ding y el maestro Zhang, ambos deseaban explorar sus futuros artísticos recorriendo el mundo. Antes de que cada uno tomara su propio rumbo, el maestro Zhang dijo, “Nuestro viejo maestro solía decir que somos iguales en nuestras habilidades. ¿Por qué no traemos cada uno nuestra mejor obra aquí dentro de cinco años? Entonces podremos echar una mirada y decidir quién es el mejor”.

El maestro Ding dijo entre risas, “Por supuesto, eso seria bueno”.

Después de despedirse, el maestro Zhang viajó por todo el mundo, observó los mejores escenarios y aprendió de varias culturas. Creó obras de arte una tras otra sin cesar. Su renombre se elevaba, así como también el precio de sus pinturas. El maestro Zhang realmente gozó de sus logros. En un momento pensó, “Todavía no se cumplieron los cinco años, pero he avanzado tan rápidamente… esto es un milagro. Al contrario, nadie menciona o habla del maestro Ding. Estoy seguro que puedo ganar esta competencia fácilmente”.

Cuando se cumplieron los cinco años, el maestro Zhang estaba absolutamente confiado y llevó su mejor pintura donde estaban supuestos a encontrarse. Cuando llegó, fue recibido por el maestro Ding que le daba la bienvenida con una gran sonrisa pero con sus manos vacías.

Zhang no estaba demasiado feliz, “Acordamos traer nuestras mejores pinturas y tu vienes con las manos vacías. ¿Cómo vamos a hacer la comparación?”

El maestro Ding mirando a su canoso compañero dijo, “Querido amigo, no es que quise venir con las manos vacías, pero sucede que no pude traer ningún cuadro”.

El pensamiento del maestro Zhang fue, “Bien, él no debe confiar demasiado en sus pinturas y está asustado de traer alguna”. Entonces preguntó, “¿Por qué no puedes traer ninguna?”

El maestro Ding dijo, “No te preocupes. Aunque no puedo traer mis pinturas, aun puedo mostrártelas”.

Así el maestro Ding lo llevó a caminar por la ciudad y el maestro Zhang estuvo muy sorprendido de encontrar que todos los cuadros del maestro Ding estaban en varios de sus edificios y calles. Cada cuadro era mejor que el anterior. La pequeña ciudad era acogedora y pintoresca, llena de una atmósfera artística.

Originalmente, la gente allí no era muy educada, pero ahora eran refinados en modales y temperamento. La manera en que se desenvolvían era tal cual fueron representados en las pinturas. Zhang pudo ver muy claramente que aquella ciudad ya no era el mismo lugar de donde él había emergido, ahora era un lugar brillante con personas alegres, templadas y pacíficas.

Cada habitante saludaba y hablaba respetuosamente con el maestro Ding. El maestro Zhang estaba un poco celoso y preguntó, “¿Todos te contrataron para hacer todas esas pinturas? ¡Ahora debes tener una fortuna!”

El maestro Ding sonrió y dijo, “Cuando estaba a punto de irme, pensaba en cuánto trabajo duro le tomó a nuestro maestro enseñarnos. Entonces decidí dar algo a cambio a la gente en esta ciudad. Después de que terminé mi primer cuadro, lo admiraron como si se hubieran conmovido por la belleza de mi trabajo, así que me invitaron a que continuara pintando”.

“Primero estaban asustados de que les cobrara mucho dinero, pero les dije que lo haría gratis si solo me proveían de mis comidas diarias”.

El maestro Zhang estaba pasmado de que el maestro Ding hiciera tan gran trabajo sin cobrar, “¿Cómo te has vuelto tan tonto? ¡Podrías ganar mucho de dinero, tu trabajo es magnífico!”

El maestro Ding con lagrimas en sus ojos dijo, “En realidad, me estaban ayudando. Mi talento no era tan bueno. Después de que vieron mi trabajo, no sabían como pagarme pero mi arte los volvió más sinceros y amables. Con tal estímulo, mis pinturas han llegado a ser mejores y mejores. ¿Cómo puedo cobrarles por mi trabajo? ¡Todos hemos mejorado juntos!”

El maestro Zhang se sintió avergonzado después de oír eso. Él pensaba que el valor de una pieza de arte era determinado por su precio. Más alto es el precio más valiosa es la obra. Pero en ese momento vislumbró que los valores de las personas afectan al arte y el arte así mismo puede afectar los valores de las personas.

El maestro Zhang dijo, “Has ganado la competencia de cinco años. Tus pinturas son inestimables y no se pueden comprar con dinero. Pero mis pinturas sí se pueden comprar con dinero. Tus pinturas pueden traer cambios profundos a incontables personas pero mis pinturas no son nada más que una parte de la decoración de la gente rica. Pienso que merezco perder, has permitido que entienda el valor verdadero del arte. ¡Déjame aprender de ti! ¡Trabajemos juntos y creemos más belleza para el mundo!”

Después se abrazaron y lloraron. Con el maestro Zhang a su lado, el maestro Ding ya no se encontraba solo en su trayectoria creativa. A partir de ese momento, un artista famoso desapareció en el mundo, pero dos felices artistas con sus corazones bien conectados trabajaban para traer belleza a la otra esquina del mundo.

sábado, agosto 04, 2007

Elvira

Más recomendaciones...
El video de la banda cordobesa Ma'PerQué, nos gusta a toda la familia. El primer corto que vio Victoria en el Cineclub Municipal, el día en que sortearon un triciclo, se lo ganó un chico del público y por ser ella el único bebé de la sala se lo donaron (es decir, nos tocó llevarlo en el colectivo).
Bue, volviendo al video: stop motion, simple y bello. El tema: música, simple y bella.
Felicitaciones a Juan Manuel Costa, Lorena Stricker y Gustavo Tejeda. Y of course, a Marcos Luc y la banda.

jueves, julio 13, 2006

El inmortal (V parte y final)

V
Recorrí nuevos reinos, nuevos imperios. En el otoño de 1066 milite en el puente de Stamford, ya no recuerdo si en las filas de Harold, que no tardó en hallar su destino, o en las de aquel infausto Harald Hardrada que conquistó seis pies de tierra inglesa, o un poco mas. En el séptimo siglo de la Héjira, en el arrabal de Bulaq, transcribí con pausada caligrafía, en un idioma que he olvidado, en un alfabeto que ignoro, los siete viajes de Simbad y la historia de la Ciudad de Bronce. En un patio de la cárcel de Samarcanda he jugado muchísimo al ajedrez. En Bikanir he profesado la astrología y también en Bohemia. En 1638 estuve en Kolozsvar y después en Leipzig. En Aberdeen, en 1714, me suscribí a los seis volúmenes de la Iliada de Pope; se que los frecuente con deleite. Hacia 1729 discutí el origen de ese poema con un profesor de retórica, llamado, creo, Giambattista; sus razones me parecieron irrefutables. El cuatro de octubre de 1921, el Patna, que me conducía a Bombay, tuvo que fondear en un puerto de la costa eritrea 1. Baje; recordé otras mañanas muy antiguas, también frente al Mar Rojo, cuando yo era tribuno de Roma y la fiebre y la magia y la inacción consumían a los soldados. En las afueras vi un caudal de agua clara; la probé, movido por la costumbre. Al repechar la margen, un árbol espinoso me laceró el dorso de la mano. El inusitado dolor me pareció muy vivo. Incrédulo, silencioso y feliz, contemple la preciosa formación de una lenta gota de sangre. De nuevo soy mortal, me repetí, de nuevo me parezco a todos los hombres. Esa noche, dormí hasta el amanecer.
...He revisado, al cabo de un año, estas paginas. Me consta que se ajustan a la verdad, pero en los primeros capítulos, y aun en ciertos párrafos de los otros, creo percibir algo falso. Ello es obra, tal vez, del abuso de rasgos circunstanciales, procedimiento que aprendí en los poetas y que todo lo contamina de falsedad, ya que esos rasgos pueden abundar en los hechos, pero no en su memoria... Creo, sin embargo, haber descubierto una razón mas íntima. La escribiré; no importa que me juzguen fantástico.
La historia que he narrado parece irreal porque en ella se mezclan los sucesos de dos hombres distintos. En el primer capítulo, el jinete quiere saber el nombre del río que baña las murallas de Tebas; Flaminio Rufo, que antes ha dado a la ciudad el epíteto de Hekatómpylos, dice que el río es el Egipto; ninguna de esas locuciones es adecuada a el, sino / Homero, que hace mención expresa, en la Ilíada, de Tebas Hekatómpylos, y en la Odisea, por boca de Proteo y de Ulises, dice invariablemente Egipto por Nilo. En el capítulo segundo, el romano, al beber el agua inmortal, pronuncia unas palabras en griego; esas palabras son homéricas y pueden buscarse en el fin del famoso catalogo de las naves. Después, en el vertiginoso palacio, habla de "una reprobación que era casi un remordimiento"; esas palabras corresponden a Homero, que había proyectado ese horror. Tales anomalías me inquietaron; otras, de orden estético, me permitieron descubrir la verdad. El ultimo capítulo las incluye; ahí esta escrito que milite en el puente de Stamford, que transcribí, en Bulaq, los viajes de Simbad el Marino y que me suscribí, en Aberdeen, a la Ilíada inglesa de Pope. Se lee, inter alia: "En Bikanir he profesado la astrología y también en Bohemia". Ninguno de esos testimonios es falso; lo significativo es el hecho de haberlos destacado. El primero de todos parece convenir a un hombre de guerra, pero luego se advierte que el narrador no repara en lo bélico y sí en la suerte de los hombres. Los que siguen son mas curiosos. Una oscura razón elemental me obligó a registrarlos; lo hice porque sabía que eran patéticos. No lo son, dichos por el romano Flaminio Rufo. Lo son, dichos por Homero; es raro que este copie, en el siglo trece, las aventuras de Simbad, de otro Ulises, y descubra, a la vuelta de muchos siglos, en un reino boreal y un idioma bárbaro, las formas de su Ilíada. En cuanto a la oración que recoge el nombre de Bikanir, se ve que la ha fabricado un hombre de letras, ganoso (como el autor del catalogo de las naves) de mostrar vocablos espléndidos 2.
Cuando se acerca el fin, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras. No es extraño que el tiempo haya confundido las que alguna vez me representaron con las que fueron símbolos de la suerte de quien me acompañó tantos siglos. Yo he sido Homero; en breve, seré Nadie, como Ulises; en breve, seré todos: estaré muerto.


Posdata de 1950. Entre los comentarios que ha despertado la publicación anterior, el mas curioso, ya que no el mas urbano, bíblicamente se titula A coat of many colours (Manchester, 1948) y es obra de la tenacísima pluma del doctor Nahum Cordovero. Abarca unas cien paginas. Habla de los centones griegos, de los centones de la baja latinidad, de Ben Jonson, que definió a sus contemporáneos con retazos de Séneca, del Virgilius evangelizans de Alexander Ross, de los artificios de George Moore y de Eliot y, finalmente, de "la narración atribuida al anticuario Joseph Cartaphilus". Denuncia, en el primer capitulo, breves interpolaciones de Plinio (Historia naturalis, V, 8); en el segundo, de Thomas de Quincey (Writings, III, 439); en el tercero, de una epístola de Descartes al embajador Pierre Chanut; en el cuarto, de Bernard Shaw
(
Back to Methuselah, V). Infiere de esas intrusiones, o hurtos, que todo el documento es apócrifo.
A mi entender, la conclusión es inadmisible.
Cuando se acerca el fin, escribió Cartaphilus, ya no quedan imágenes del recuerdo; solo quedan palabras. Palabras, palabras desplazadas y mutiladas, palabras de otros, fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos.

El inmortal (IV parte)

IV

Todo me fue dilucidado, aquel día. Los trogloditas eran los Inmortales; el riacho de aguas arenosas, el Río que buscaba el jinete. En cuanto a la ciudad cuyo nombre se había dilatado hasta el Ganges, nueve siglos haría que los Inmortales la habían asolado. Con las reliquias de su ruina erigieron, en el mismo lugar, la desatinada ciudad que yo recorrí: suerte de parodia o reverso y también templo de los dioses irracionales que manejan el mundo y de los que nada sabemos, salvo que no se parecen al hombre. Aquella fundación fue el ultimo símbolo a que condescendieron los Inmortales; marca una etapa en que, juzgando que toda empresa es vana, determinaron vivir en el pensamiento, en la pura especulación. Erigieron la fabrica, la olvidaron y fueron a morar en las cuevas. Absortos, casi no perciban el mundo físico.
Esas cosas Homero las refirió, como quien habla con un niño. También me refirió su vejez y el postrer viaje que emprendió, movido, como Ulises, por el propósito de llegar a los hombres que no saben lo que es el mar ni comen carne sazonada con sal ni sospechan lo que es un remo. Habitó un siglo en la Ciudad de los Inmortales. Cuando la derribaron, aconseja la fundación de la otra. Ello no debe sorprendernos; es fama que después de cantar la guerra de Ilión, cantó la guerra de las ranas y los ratones. Fue como un dios que creara el cosmos y luego el caos.
Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa convicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en el, ya que destinan todos los demás, en numero infinito, a premiarlo o a castigarlo. Mas razonable me parece la rueda de ciertas religiones del Indostán; en esa rueda, que no tiene principio ni fin, cada vida es efecto de la anterior y engendra la siguiente, pero ninguna determina el conjunto... Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la república de hombres inmortales había logrado la perfección de la tolerancia y casi del desdén. Sabía que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas. Por sus pasadas o futuras virtudes/ todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del pasado o del porvenir. Así como en los juegos de azar las cifras pares y las cifras impares tienden al equilibrio, así también se anulan y se corrigen el ingenio y la estolidez, y acaso el rústico poema del Cid es el contrapeso exigido por un solo epíteto de las Eglogas o por una sentencia de Heráclito. El pensamiento mas fugaz obedece a un dibujo invisible y puede coronar, o inaugurar, una forma secreta. Se de quienes obraban el mal para que en los siglos futuros resultara el bien, o hubiera resultado en los ya pretéritos... Encarados así, todos nuestros actos son justos, pero también son indiferentes. No hay méritos morales o intelectuales. Homero compuso la Odisea; postulado un plazo infinito, con infinitas circunstancias y cambios, lo imposible es no componer, siquiera una vez, la Odisea. nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los hombres. Como Cornelio Agrippa, soy dios, soy héroe, soy filósofo, soy demonio y soy mundo, lo cual es una fatigosa manera de decir que no soy.
El concepto del mundo como sistema de precisas compensaciones influyó vastamente en los Inmortales. En primer termino, los hizo invulnerables a la piedad. He mencionado las antiguas canteras que rompían los campos de la otra margen; un hombre se despeñó en la mas honda, no podía lastimarse ni morir, pero lo abrasaba la sed; antes que le arrojaran una cuerda pasaron setenta años. Tampoco interesaba el propio destino. El cuerpo era un sumiso animal domestico y le bastaba, cada mes, la limosna de unas horas de sueno, de un poco de agua y de una piltrafa de carne. Que nadie quiera rebajarnos a ascetas. No hay placer mas complejo que el pensamiento y a el nos entregábamos. A veces, un estimulo extraordinario nos restituía al mundo físico. Por ejemplo, aquella mañana, el viejo goce elemental de la lluvia. Esos lapsos eran rarísimos; todos los Inmortales eran capaces de perfecta quietud; recuerdo alguno a quien jamas he visto de pie: un pájaro anidaba en su pecho.
Entre los corolarios de la doctrina de que no hay cosa que no este compensada por otra, hay uno de muy poca importancia teórica, pero que nos indujo, a fines o a principios del siglo X, a dispersarnos por la faz de la tierra. Cabe en estas palabras:
Existe un río cuyas aguas dan la inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren. El numero de ríos no es infinito; un viajero inmortal que recorra el mundo acabara, algún día, por haber bebido de todos. Nos propusimos descubrir ese río.
La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser ultimo; no hay rostro que no este por desdibujarse como el rostro de un sueno. Todo. entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no este como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales. Homero y yo nos separamos en las puertas de Tanger; creo que no nos dijimos adiós.

lunes, junio 26, 2006

El inmortal (III parte)

III

Quienes hayan leído con atención el relato de mis trabajos recordaran que un hombre de la tribu me siguió como un perro podría seguirme, hasta la sombra irregular de los muros. Cuando salí del ultimo sótano, lo encontré en la boca de la caverna. Estaba tirado en la arena, donde trazaba torpemente y borraba una hilera de signos, que eran como las letras de los sueños, que uno esta a punto de entender y luego se juntan. Al principio, creí que se trataba de una escritura barbara; después vi que es absurdo imaginar que hombres que no llegaron a la palabra lleguen a la escritura. Además, ninguna de las formas era igual a otra, lo cual excluía o alejaba la posibilidad de que fueran simbólicas. El hombre las trazaba, las miraba y las corregía. De golpe, como si le fastidiara ese juego, las borró con la palma y el antebrazo. Me miró, no pareció reconocerme. Sin embargo, tan grande era el alivio que me inundaba (o tan grande y medrosa mi soledad) que di en pensar que ese rudimental troglodita, que me miraba desde el suelo de la caverna, había estado esperándome. El sol caldeaba la llanura; cuando emprendimos el regreso a la aldea, bajo las primeras estrellas, la arena era ardorosa bajo los pies. El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñare a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. El perro y el caballo (reflexione) son capaces de lo primero; muchas aves, como el ruiseñor de los Cesares, de lo ultimo. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales.
La humildad y miseria del troglodita me trajeron a la memoria la imagen de Argos, el viejo perro moribundo de la Odisea, y así le puse el nombre de Argos y trate de enseñárselo. Fracase y volví a fracasar. Los arbitrios, el rigor y la obstinación fueron del todo vanos. Inmóvil, con los ojos inertes, no parecía percibir los sonidos que yo procuraba inculcarle. A unos pasos de mí, era como si estuviera muy lejos. Echado en la arena, como una pequeña y ruinosa esfinge de lava, dejaba que sobre el giraran los cielos, desde el crepúsculo del día hasta el de la noche. Juzgue imposible que no se percatara de mi propósito. Recordé que es fama entre los etíopes que los monos deliberadamente no hablan para que no los obliguen a trabajar y atribuí a suspicacia o a temor el silencio de Argos. De esa imaginación pase a otras, aun mas extravagantes. Pense que Argos y yo participábamos de universos distintos; pense que nuestras percepciones eran iguales, pero que Argos las combinaba de otra manera y construía con ellas otros objetos; pense que acaso no había objetos para el, sino un vertiginoso y continuo juego de impresiones brevísimas. Pense en un mundo sin memoria, sin tiempo; considere la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales o de indeclinables epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo parecido a la felicidad ocurrió una mañana. Llovió, con lentitud poderosa.
Las noches del desierto pueden ser frías, pero aquella había sido un fuego. Soñé que un río de Tesalia (a cuyas aguas yo había restituido un pez de oro) venía a rescatarme; sobre la roja arena y la negra piedra yo lo oía acercarse; la frescura del aire y el rumor atareado de la lluvia me despertaron. Corrí desnudo a recibirla. Declinaba la noche; bajo las nubes amarillas la tribu, no menos dichosa que yo, se ofrecía a los vívidos aguaceros en una especie de éxtasis. Parecían coribantes a quienes posee la divinidad. Argos, puestos los ojos en la esfera, gemía; raudales le rodaban por la cara; no sólo de agua, sino (después lo supe) de lagrimas. Argos, le grite, Argos.
Entonces, con mansa admiración, como si descubriera una cosa perdida y olvidada hace mucho tiempo, Argos balbuceó estas palabras:
Argos, perro de Ulises. Y después, también sin mirarme: Este perro tirado en el estiércol.
Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real. Le pregunte que sabía de la Odisea. La practica del griego le era penosa; tuve que repetir la pregunta.
Muy poco, dijo. Menos que el rapsoda mas pobre. Ya habrán pasado mil cien años desde que la inventé.

sábado, junio 17, 2006

El inmortal (II parte)

II
Al desenredarme por fin de esa pesadilla, me vi tirado y maniatado en un oblongo nicho de piedra, no mayor que una sepultura común, superficialmente excavado en el agrio declive de una montaña. Los lados eran húmedos, antes pulidos por el tiempo que por la industria. Sentí en el pecho un doloroso latido, sentí que me abrasaba la sed. Me asome y grite débilmente. Al pie de la montaña se dilataba sin rumor un arroyo impuro, entorpecido por escombros y arena; en la opuesta margen resplandecía (bajo el ultimo sol o bajo el primero) la evidente Ciudad de los Inmortales. Vi muros, arcos, frontispicios y foros: el fundamento era una meseta de piedra. Un centenar de nichos irregulares, análogos al mío, surcaban la montuna y el valle. En la arena había pozos de poca hondura; de esos mezquinos agujeros (y de los nichos) emergían hombres de piel gris, de barba negligente, desnudos. Creí reconocerlos: pertenecían a la estirpe bestial de los trogloditas, que infestan las riberas del Golfo Arábigo y las grutas etiópicas; no me maraville de que no hablaran y de que devoraran serpientes.
La urgencia de la sed me hizo temerario. Considere que estaba a unos treinta pies de la arena; me tire, cerrados los ojos, atadas a la espalda las manos, montaña abajo. Hundí la cara ensangrentada en el agua oscura. Bebí como se abrevan los animales. Antes de perderme otra vez en el sueno y en los delirios, inexplicablemente repetí unas palabras griegas:
los ricos teucros de Zelea que beben el agua negra del Esepo...
No se cuantos días y noches rodaron sobre mi. Doloroso, incapaz de recuperar el abrigo de las cavernas, desnudo en la ignorada arena, deje que la luna y el sol jugaran con mi aciago destino. Los trogloditas, infantiles en la barbarie, no me ayudaron a sobrevivir o a morir. En vano les rogué que me dieran muerte. Un día, con el filo de un pedernal rompí mis ligaduras. Otro, me levante y pude mendigar o robar--yo, Marco Flaminio Rufo, tribuno militar de una de las legiones de Roma--mi primera detestada ración de carne de serpiente.
La codicia de ver a los Inmortales, de tocar la sobrehumana Ciudad, casi me vedaba dormir. Como si penetraran mi propósito, no dormían tampoco los trogloditas: al principio inferí que me vigilaban; luego, que se habían contagiado de mi inquietud, como podrían contagiarse los perros. Para alejarme de la barbara aldea elegí la mas publica de las horas, la declinación de la tarde, cuando casi todos los hombres emergen de las grietas y de los pozos y miran el poniente, sin verlo. Ore en voz alta, menos para suplicar el favor divino que para intimidar a la tribu con palabras articuladas. Atravesé el arroyo que los médanos entorpecen y me dirigí a la Ciudad. Confusamente me siguieron dos o tres hombres. Eran (como los otros de ese linaje) de menguada estatura; no inspiraban temor, sino repulsión. Debí rodear algunas hondonadas irregulares que me parecieron canteras; ofuscado por la grandeza de la Ciudad, yo la habla creído cercana. Hacia la medianoche, pise, erizada de formas idolátricas en la arena amarilla, la negra sombra de sus muros. Me detuvo una especie de horror sagrado. Tan abominadas del hombre son la novedad y el desierto que me alegre de que uno de los trogloditas me hubiera acompañado hasta el fin. Cerré los ojos y aguarde (sin dormir) que relumbrara el día.
He dicho que la Ciudad estaba fundada sobre una meseta de piedra. Esta meseta comparable a un acantilado no era menos ardua que los muros. En vano fatigue mis pasos: el negro basamento no descubría la menor irregularidad, los muros invariables no parecían consentir una sola puerta. La fuerza del día hizo que yo me refugiara en una caverna; en el fondo había un pozo, en el pozo una escalera que se abismaba hacia la tiniebla inferior. Baje; por un caos de sórdidas galerías llegue a una vasta cámara circular, apenas visible. Había nueve puertas en aquel sótano; ocho daban a un laberinto que falazmente desembocaba en la misma cámara; la novena (a través de otro laberinto) daba a una segunda cámara circular, igual a la primera. Ignoro el numero total de las cámaras; mi desventura y mi ansiedad las multiplicaron. El silencio era hostil y casi perfecto; otro rumor no había en esas profundas redes de piedra que un viento subterráneo, cuya causa no descubrí; sin ruido se perdían entre las grietas hilos de agua herrumbrada. Horriblemente me habitúe a ese dudoso mundo; considere increíble que pudiera existir otra cosa que sótanos provistos de nueve puertas y que sótanos largos que se bifurcan. Ignoro el tiempo que debí caminar bajo tierra; se que alguna vez confundí, en la misma nostalgia, la atroz aldea de los bárbaros y mi ciudad natal, entre los racimos.
En el fondo de un corredor, un no previsto muro me cerro el paso, una remota luz cayó sobre mí. Alce los ofuscados ojos: en lo vertiginoso, en lo altísimo, vi un circulo de cielo tan azul que pudo parecerme de púrpura. Unos peldaños de metal escalaban el muro. La fatiga me relajaba, pero subí, sólo deteniéndome a veces para torpemente sollozar de felicidad. Fui divisando capiteles y astrágalos, frontones triangulares y bóvedas, confusas pompas del granito y del marmol. Así me fue deparado ascender de la ciega región de negros laberintos entretejidos a la resplandeciente Ciudad.
Emergí a una suerte de plazoleta; mejor dicho, de patio. Lo rodeaba un solo edificio de forma irregular y altura variable; a ese edificio heterogéneo pertenecían las diversas cúpulas y columnas. Antes que ningún otro rasgo de ese monumento increíble, me suspendió lo antiquísimo de su fabrica. Sentí que era anterior a los hombres, anterior a la tierra. Esa notoria antigüedad (aunque terrible de algún modo para los ojos) me pareció adecuada al trabajo de obreros inmortales. Cautelosamente al principio, con indiferencia después, con desesperación al fin, erre por escaleras y pavimentos del inextricable palacio. (Después averigüé que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños, hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron.)
Este palacio es fabrica de los dioses, pense primeramente. Explore los inhabitados recintos y corregí: Los dioses que lo edificaron han muerto. Note sus peculiaridades y dije: Los dioses que lo edificaron estaban locos. Lo dije, bien lo se, con una incomprensible reprobación que era casi un remordimiento, con mas horror intelectual que miedo sensible. A la impresión de enorme antigüedad se agregaron otras: la de lo interminable, la de lo atroz, la de lo complejamente insensato. Yo había cruzado un laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemoriza y repugna. Un laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su arquitectura, prediga en simetrías, esta subordinada a ese fin. En el palacio que imperfectamente explore, la arquitectura carecía de fin. Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños y la balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros, en la tiniebla superior de las cúpulas. Ignoro si todos los ejemplos que he enumerado son literales; se que durante muchos años infestaron mis pesadillas; no puedo ya saber si tal o cual rasgo es una transcripción de la realidad o de las formas que desatinaron mis noches. Esta Ciudad (pense) es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros. Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz. No quiero describirla; un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre o de toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes, órganos y cabezas, pueden (tal vez) ser imágenes aproximativas.
No recuerdo las etapas de mi regreso, entre los polvorientos y húmedos hipogeos. Unicamente se que no me abandonaba el temor de que, al salir del ultimo laberinto, me rodeara otra vez la nefanda Ciudad de los Inmortales. Nada mas puedo recordar. Ese olvido, ahora insuperable, fue quizá voluntario; quizá las circunstancias de mi evasión fueron tan ingratas que, en algún día no menos olvidado también, he jurado olvidarlas.

miércoles, junio 07, 2006

El inmortal, un cuento de Borges, para leer en etapas...

El inmortal (primera parte)

Solomon saith: There is no new thing upon the earth. So that as Plato had an imagination, that all knowledge was but remembrance; so Solomon given his sentence, that all novelty is but oblivion.
FRANCIS BACON, Essays, LVIII

En Londres, a principios del mes de junio de 1929, el anticuario Joseph Cartaphilus, de Esmirna, ofreció a la princesa de Lucinge los seis volúmenes en cuarto menor (1715-1720) de la Illiada de Pope. La princesa los adquirió; al recibirlos, cambio unas palabras con él. Era, nos dice, un hombre consumido y terroso, de ojos grises y barba gris, de rasgos singularmente vagos. Se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas lenguas; en muy pocos minutos paso del francés al ingles y del ingles a una conjunción enigmática de español de Salónica y de portugues de Macao. En octubre, la princesa oyó por un pasajero del Zeus que Cartaphilus había muerto en el mar, al regresar a Esmirna, y que lo habían enterrado en la isla de Ios. En el ultimo tomo de la Iliada hallo este manuscrito.

El original esta redactado en ingles y abunda en latinismos. La versión que ofrecemos es literal

I
Que yo recuerde, mis trabajos empezaron en un jardín de Tebas Hekatompylos, cuando Dioclecia no era emperador. Yo había militado (sin gloria) en las recientes guerras egipcias, yo era tribuno de una legión que estuvo acuartelada en Berenice, frente al Mar Rojo: la fiebre y la magia consumieron a muchos hombres que codiciaban magnanimos el acero. Los mauritanos fueron vencidos; la tierra que antes ocuparon las ciudades rebeldes fue dedicada eternamente a los dioses plutonicos; Alejandría, debelada, imploro en vano la misericordia del Cesar; antes de un año las legiones reportaron el triunfo, pero yo logre apenas divisar el rostro de Marte. Esa privacion me dolio y fue tal vez la causa de que yo me arrojara a descubrir, por temerosos y difusos desiertos, la secreta Ciudad de los Inmortales.
Mis trabajos empezaron, he referido, en un jardin de Tebas. Toda esa noche no dormi, pues algo estaba combatiendo en mi corazon. Me levante poco antes del alba; mis esclavos dormian, la luna tenia el mismo color de la infinita arena. Un jinete rendido y ensangrentado venia del oriente. A unos pasos de mi, rodo del caballo. Con una tenue voz insaciable me pregunto en latin el nombre del rio que banaba los muros de la ciudad. Le respondi que era el Egipto, que alimentan las lluvias
. Otro es el río que persigo, replico tristemente, el río secreto que purifica de la muerte a los hombres. Oscura sangre le manaba del pecho. Me dijo que su patria era una montaña que esta al otro lado del Ganges y que en esa montaña era fama que si alguien caminara hasta el occidente, donde se acaba el mundo, llegaría al río cuyas aguas dan la inmortalidad. Agrego que en la margen ulterior se eleva la Ciudad de los Inmortales, rica en baluartes y anfiteatros y templos. Antes de la aurora murió, pero yo determine descubrir la ciudad y su río. Interrogados por el verdugo, algunos prisioneros mauritanos confirmaron la relación del viajero; alguien recordó la llanura elísea, en el termino de la tierra, donde la vida de los hombres es perdurable; alguien, las cumbres donde nace el Pactolo, cuyos moradores viven un siglo. En Roma, converse con filósofos que sintieron que dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el numero de sus muertes. Ignoro si creí alguna vez en la Ciudad de los Inmortales: pienso que entonces me bastó la tarea de buscarla. Flavio, procónsul de Getulia, me entregó doscientos soldados para la empresa. También reclute mercenarios, que se dijeron conocedores de los caminos y que fueron los primeros en desertar.
Los hechos ulteriores han deformado hasta lo inextricable el recuerdo de nuestras primeras jornadas. Partimos de Arsinoe y entramos en el abrasado desierto. Atravesamos el país de los trogloditas, que devoran serpientes y carecen del comercio de la palabra; el de los garamantas, que tienen las mujeres en común y se nutren de leones; el de los augilas, que sólo veneran el Tártaro. Fatigamos otros desiertos, donde es negra la arena; donde el viajero debe usurpar las horas de la noche, pues el fervor del día es intolerable. De lejos divise la montaña que dio nombre al Océano: en sus laderas crece el euforbio, que anula los venenos; en la cumbre habitan los sátiros, nación de hombres ferales y rústicos, inclinados a la lujuria. Que esas regiones barbaras, donde la tierra es madre de monstruos, pudieran albergar en su seno una ciudad famosa, a todos nos pareció inconcebible. Proseguimos la marcha, pues hubiera sido una afrenta retroceder.
Algunos temerarios durmieron con la cara expuesta a la luna; la fiebre los ardió; en el agua depravada de las cisternas otros bebieron la locura y la muerte. Entonces comenzaron las deserciones; muy poco después, los motines. Para reprimirlos, no vacile ante el ejercicio de la severidad. Procedí rectamente, pero un centurión me advirtió que los sediciosos (ávidos de vengar la crucifixión de uno de ellos) maquinaban mi muerte. Huí del campamento, con los pocos soldados que me eran fieles. En el desierto los perdí, entre los remolinos de arena y la vasta noche. Una flecha cretense me laceró. Varios días erre sin encontrar agua, o un solo enorme día multiplicado por el sol, por la sed y por el temor de la sed. Deje el camino al arbitrio de mi caballo. En el alba, la lejanía se erizó de pirámides y de torres. Insoportablemente soñé con un exiguo y nítido laberinto: en el centro había un cántaro; mis manos casi lo tocaban, mis ojos lo veían, pero tan intrincadas y perplejas eran las curvas que yo sabía que iba a morir antes de alcanzarlo.

viernes, mayo 19, 2006

Una de Salzano

La estación de los caballos

En poder de un lápiz Faber / y apilado como un jockey sobre las páginas centrales / de un cuaderno Rivadavia / escribí una composición sobre el otoño / el otoño / escribí / es la estación de los caballos.
Y ahora viene lo mejor.
Dos meses después me mandaron a llamar del Ministerio para entregarme una medalla / un diploma sellado con un lacre / y la firma de un ministro / no había regresado a la escuela todavía / cuando ya circulaba el rumor de que iba a ganar el Premio Nobel.
Escribir / al fin y al cabo / era tan sencillo como meter la mano en una jaula / sacar los pajaritos que querías / y colocarlos sobre un cable que ya venía dibujado.
Cualquiera puede imaginar el resto: / una mañana cualquiera abrí la jaula / metí la mano / y estaba vacía / ¿Dónde estaban los años grandes que iban a venir?
Después me creció la barba / aprendí a fumar con el hombro apoyado en el farol del cine Palace / y me convertí en una persona exactamente igual a cualquier persona que hubiera conocido.
A veces me sentaba frente a la máquina de escribir y apretaba nada más que las vocales / ¿Cómo es que nadie me había dicho que era posible escribir y llorar al mismo tiempo?
Acabé convertido en uno de esos boxeadores que ya no son boxeadores / pero que siguen yendo al gimnasio / porque jamás dejarán de serlo / la escritura / es como una bolsa de arena / esperando los golpes en la penumbra del gimnasio.
Medio siglo después de haber perdido el Premio Nobel / me la paso girando en puntas de pie alrededor de la máquina / jadeando / con los dientes apretados / y es que las palabras no están en una jaula / sino en el corazón / y hay que luchar / matar / robar / amar / o huir para sacarlas.
Menos los niños.
Los niños nacen sabiendo que el otoño / es la estación de los caballos.

miércoles, mayo 03, 2006

Test para saber si puede ud. ser músico

En primer lugar, clickeá acá. Esto es la banda de la Policía tocando un tema... de... de... Miranda!. El signo de admiración lo tiene el nombre de la banda, aunque realmente correspondería, para reflejar el asombro, unos cuantos más de propia autoría. Bueno, ármese de valentía y ponga play. Escuche todo el tema. Si pudo escuchar esto de principio a fin y se pregunta qué tiene de raro, ni intente acercarse al mundo de la música; definitivamenteno es lo suyo. Si apenas comenzó el "tema" usted salió corriendo a taparle los oídos a sus seres queridos y tuvo el reflejo de querer patear su CPU y todo su sistema nervioso se contrajo en espasmos, aún le queda una esperanza. Como supo escribir Charly García en alguna de sus letras "...como una banda militar, desafinando el tiempo y el lugar..."

martes, abril 25, 2006

Corpse Bride


Una excelente letra de la película Corpse Bride, recomendada por Victoria (la nuestra, no la de la peli) que ya la vio unas cuantas veces y le encanta ver bailar a los esqueletos...

Remains of the day

Hey! give me a listen you corpses of cheer
Leastles of you who still got an ear
I'll tell you a story make a skeleton cry
Of our own jubiliciously lovely corpse bride

Die, die we all pass away
But don't wear a frown cuz it's really okay
And you might try 'n' hide
And you might try 'n' pray
But we all end up the remains of the day

Well our girl is a beauty known for miles around
When a mysterious stranger came into town
He's plenty good lookin', but down on his cash
And our poor little baby, she fell hard and fast
When her daddy said no, she just couldn't cope
So our lovers came up with a plan to elope

Die, die we all pass away
But don't wear a frown cuz it's really okay
And you might try 'n' hide
And you might try 'n' pray
But we all end up the remains of the day

So they conjured up a plan to meet late at night
They told not a sould, kept the whole thing tight
Now her mother's wedding dress fit like a glove
You don't need much when you're really in love
Except for a few things, or so i'm told
Like the family jewls and a sachel of gold
Then next to the grave yard by the old oak tree
On a dark foggy night at a quarter to three
She was ready to go, but where was he

And then?

She waited

And then?

There in the shadows, was it the man?

And then?

Het little heart beat so loud

And then?

And then baby, everything went black

Now when she opened her eyes she was dead as dust
Her jewls were missin' and her heart was bust
So she made a vow lyin' under that tree
That she'd wait for her true love to come set her free
Always waiting for someone to ask for her hand
When out of the blue comes this groovy young man
Who vows forever to be by her side
And that's the story of our own corpse bride